Ana Orantes, la víctima que evitó muchos asesinatos
machistas
Cuando Ana Orantes fue asesinada, en 1997, no existían órdenes de protección para las víctimas. La conmoción que provocó su muerte hizo imparables los cambios legislativos.

A la imagen
le acompaña una leyenda que apunta la extraordinaria repercusión de su muerte,
que supuso un punto de inflexión en la lucha contra la violencia de género,
hizo que la sociedad se viera interpelada al respecto y aceleró un cambio
legislativo que culminaría con la aprobación de la Ley contra la violencia de
género en 2004, siete años después de su asesinato. «Ana Orantes (Granada 1937-
Cúllar Vega 1997). Puso palabras a la violencia machista que sufren muchas
mujeres y la convirtió en un problema público y social al contar su historia en
Canal Sur Televisión. Ana fue asesinada por su marido. Su figura ha de ser
memoria y ejemplo de presente y futuro. El Ayuntamiento de Sevilla la honra
dedicándole esta calle. Sevilla marzo de 2019», se lee en la placa.
Cuando Ana
Orantes recibió la primera paliza, tres meses después de casarse con José
Parejo, en 1956, el Código Civil decía cosas como estas: «El marido debe
proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido», «está prohibido el matrimonio
(...) a la viuda durante los trescientos un días siguientes a la muerte del
marido», «la mujer está obligada a seguir al marido donde quiera que fije su
residencia...» [...]
En 1996, 15 años
después de la aprobación del divorcio, Ana Orantes se atrevió a solicitarlo por
primera vez, pero el juez se lo denegó conmovido por el marido. Un hombre que
llora así debe de querer mucho a su mujer, vino a decir. Ana consiguió la
ruptura legal al segundo intento, pero no así la separación física, puesto que
ambos siguieron viviendo juntos en el número 1 de la calle Serval en Cúllar
Vega (Granada). Ella en la planta de arriba y él, en la de abajo. «Era como una
cárcel», dice su hija Rosario, de 51 años. «Tenía que salir acompañada por mi
hermano o por sus consuegros, que vivían enfrente, tenía que andar con mil
ojos. Yo la llamaba dos o tres veces todos los días: "¿Cómo está la cosa,
mamá?", "¿se ha metido hoy contigo?". "No, mira, hace dos o
tres días que no veo el coche". Eso me dijo la última vez que la llamé». […]
Sólo tres días después del asesinato de
Ana Orantes el Gobierno anunció una revisión del Código Penal y de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, reformas que se llevaron a cabo en 1999. Se introdujo
la violencia psíquica como delito, las órdenes de alejamiento como pena
accesoria y la persecución de oficio de los malos tratos. Se eliminó también
aquella mención a la «desobediencia» de la mujer hacia el hombre. En 2003 se
amplió el catálogo de medidas regulando las órdenes de protección. Finalmente el
28 de diciembre de 2004 el Congreso aprobó la primera Ley Integral contra la Violencia de
Género de Europa.
José Parejo -condenado a
17 años- falleció un mes antes del estreno de la ley. Ninguno de sus ocho
hijos acudió al funeral. «No nos dio pena ni nada», dice Rosario. «Hubiera ido
de rojo a bailar encima de su caja de alegría». Rosario se apellida Orantes
porque logró que legalmente le quitaran el Parejo. Se lo amputaron ella y otros
tres hermanos. El resto no lo hizo, cuenta, por el papeleo. «Y si pudiera
quitarme su sangre, me la quitaba también».
(Fuente: diario El Mundo - 4 de agosto 2019)
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