El mes de enero se despide con una celebración, que siempre merece la pena tener presente y festejar, nos referimos al 30 de enero, Día escolar de la No Violencia y la Paz. En ese día se celebra el aniversario de la muerte de Gandhi (India, 1869-1948), líder pacifista que defendió la No violencia y la resistencia pacífica frente a las injusticias, que fue asesinado por defender estas ideas y que proclamaba: "NO HAY CAMINO PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO".
Por eso hemos elegido a un poeta español que defendió la paz y el diálogo como medio de entendimiento entre los españoles. Se llamó Blas de Otero (Bilbao, 1916-Madrid,1979) y uno de sus libros de poemas, publicado en 1955, fue "Pido la paz y la palabra".
Pido la paz y la palabra
Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra. He dicho «silencio», «sombra», «vacío» etcétera. Digo «del hombre y su justicia», «océano pacífico», lo que me dejan. Pido la paz y la palabra.
Casi superado ya el mes de enero de este año 2021 en que hemos depositado tantas esperanzas, culminamos la que, según estudios contrastados, es la semana más triste del año. Parece que se debe a la confluencia en el tiempo de varios factores, como la falta de luz solar, las bajas temperaturas, la clásica "cuesta de enero" o el incumplimiento de los propósitos de año nuevo.
¡Qué importante es mantener un buen estado de ánimo! Aunque es normal que este cambie según la situación. Como muestra, el poema del famoso poeta uruguayo Mario Benedetti (1920-2009) que hoy os proponemos.
Mario Benedetti, una de las figuras literarias más aclamadas de Latinoamérica, nació en el seno de una familia de emigrantes italianos que pronto sufrió dificultades económicas. Debido a esto, no pudo terminar sus estudios y se vio obligado a trabajar desde los 14 años para ganarse la vida. Desempeñó diversos oficios, lo que no le impidió descubrir su vocación por la poesía antes de cumplir los 20 años. Con 25 publicó su primer libro de poemas, titulado La víspera indeleble.
Activista político de ideas progresistas y prolífico autor de poemas, novelas, cuentos y ensayos, Benedetti vivió en Argentina, Perú, Cuba, Estados Unidos y España, aunque volvió a su país poco antes de su muerte. Allí, después de tantas vicisitudes, se le reconoce como uno de sus hijos más ilustres.
Entre los numerosos reconocimientos que recibió en vida, destacan el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana concedido en el año 1999 y el Premio Internacional Menéndez Pelayocorrespondiente al año 2005.
Nieve, mucha nieve, ola de frío, atascos, árboles caídos,
aeropuertos y carreteras cerradas…… y un nombre... Filomena. Y va a ser difícil que nos olvidemos de este
nombre durante un tiempo.
Todo apuntaba a que el
comienzo del año 2021 iba a ser más tranquilo tras un duro 2020 marcado por la
pandemia del Coronavirus, pero la borrasca Filomena ha
dejado una estampa que perdurará en nuestros recuerdos para toda la vida.
Dicen que la luna, la
noche, el mar, o el tiempo son temas a los que inevitablemente acuden, o
vuelven, los poetas, pero también encontramos poemas donde la nieve es la protagonista o está de fondo.
Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.
Helado está también mi corazón,
pero no fue en invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,
aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.
En
invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.
El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Aleçón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.
Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño:
entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris;
En este anhelado 2021 volvemos a retomar la poesía de la mano de nuestra compañera Eva Martínez, profesora de lengua y literatura española de nuestro instituto Alhakén II, que ha elegido un poema de Emilio Prados (Málaga, 1899- Ciudad de México, 1962). Os dejamos con sus doctas palabras:
"En este recién estrenado 2021, el Centro Andaluz de las Letras lo ha elegido poeta del año para otogarle el merecido reconocimiento del que aún su obra y su persona no han disfrutado.
Nosotros nos queremos unir a este propósito con la lectura de su poema "Rumor de espejos", del libro Río natural (1957), en el que Emilio Prados lleva a cabo un ejercicio de introspección, de autoconocimiento, a través del sueño, como proceso interiorizador que consideró necesario en muchos momentos de su vida para recrear su subconsciente como motor de su poesía":
El cuerpo en que yo vivía nunca supo de mi cuerpo. Nada preguntó por él y de mí salió sin verlo.
Llegó a una fuente. En sus aguas vio la flor azul del cielo: -Di, ¿cómo te llamas, flor?... -Nombre soy de tu silencio.
Nada entendió. Subió al monte de la soledad. El viento, se desnudaba en la cumbre de Dios, todo su misterio.
-Di, viento: ¿cuál es tu nombre?... -Nombre soy de tu silencio. Y dos águilas volaron, resbalando, hasta mi sueño.
Siguió mi cuerpo tras ellas, olvidándose en su vuelo, de sí mismo, y nuevamente entró en mí, sin yo saberlo.
¿Y está en mí?... (Busco su nombre; pero al buscarlo, me pierdo dentro del mundo que trajo mi cuerpo hasta mi silencio.)
«¿Lleno de ti mismo estás y buscas nombre a tu cuerpo?», siento que un rumor me canta, quebrando, en mí, dos reflejos...
Llamo en él y en él estoy. Salgo de mí y en él entro...
¡Aún no conozco mi nombre pero sé que lo navego!
"Sea esta la puerta de entrada a un universo poético desconocido para muchos".
EMILIO PRADOS, el poeta de la sonrisa clara. (Málaga 1899-Ciudad de México, 1962).
"Emilio era muy guapo y tenía una sonrisa con unos dientes preciosos. Cuando lo volví a ver en México en 1947 (...) estaba triste, mal vestido, pero seguía fiel a sí mismo en su bondad y en su firmeza moral".
"Con estas sentidas palabras, Isabel García Lorca, hermana pequeña del célebre poeta Federico García Lorca, recordaba la fidelidad del poeta malagueño del 27 a sus principios, a pesar de la crisis emocional que tuvo que soportar por causa del exilio que afectó a él como a tantos otros españoles que padecieron la Guerra Civil.
Su compromiso con la República lo quiso dejar bien claro en distintos momentos de su vida, como en 1937 cuando colaboró en la edición del Romancero general de la guerra de España y participó en el Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura o en numerosas publicaciones, como El llanto subterráneo (1936), Llanto en la sangre. Romances 1939-1936 (1937) y Cancionero menor para los combatientes (1938).
Las familias Prados-Lorca se conocían desde que en 1912 Emilio y Federico coincidieron en Málaga y luego en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde los dos jóvenes estrecharon aún más su amistad durante aquellos años de fructífero intercambio artístico con otros destacados creadores del momento, como Juan Ramón Jiménez, Manuel de Falla, Luis Buñuel, Salvador Dalí y demás componentes del Grupo del 27. Tras la muerte de Federico, Emilio publicó un merecido homenaje a su amigo, del que es un ejemplo notable su poema "Llegada" en el que el malagueño expresancon insistencia su incredulidad por tan inesperado suceso:¿En dónde estás, Federico? Yo este rumor no lo creo. Yo este rumor no lo creo. ¡Cómo me duelen las balas que hoy circundan tu recuerdo! ¡Cómo me duelen las balas que hoy circundan tu recuerdo!
No obstante, su estancia en la Residencia de Estudiantes se vio truncada por una grave enfermedad pulmonar que le obligó a trasladarse a un sanatorio de Suiza. Una vez recuperado, desde allí marchó a Berlín y Friburgo para completar su formación universitaria.
De vuelta a España, en el terreno literario, fue imprescindible su labor como impresor en la revista literaria Litoral que fundó en su tierra natal en 1926 junto a otro poeta malagueño del grupo, Manuel Altolaguirre, a los que más tarde se unió José Mª Hinojosa. Su labor al frente de esta publicación fue decisiva para difundir la creación poética de sus compañeros en esos años en que se fundía la tradición poética española más popular y pura con las corrientes vanguardistas provenientes de Europa, en especial de Francia. Emilio Prados era lector habitual de las revistas francesas que informaban de todas las novedades artísticas y se interesó especialmente por el surrealismo.
En su trayectoria poética se aprecian claramente tres etapas: la primera, en la que cultiva precisamente esta fusión de lo neopopular y puro con lo nuevo, de la que son una excelente muestra los libros, Tiempo (1925), Seis estampas para un rompecabezas (1925), Canciones del farero (1926), Vuelta (1927), Retratos (1927) y sus atrevidos relatos sueltos en prosa (1927-1930) donde desarrolla el recurrente tema del suño; la segunda, de compromiso político y social hasta la Guerra Civil, que refleja, amén de en las obras ya citadas, en La voz cautiva (1932-1935) y en sus clases y lecturas a los pescadores del barrio de El Palo, a quienes ayuda a formar su propio sindicato. La última corresponde a su exilio en México desde 1939, periodo en el que trata de recuperar el legado de las canciones populares en Memoria del olvido (1940), Mínima muerte (1944), Jardín cerrado (1946), Dormido en la yerba (1953), Río natural (1957), La sombra abierta (1961) o Cuerpo perseguido (1971), entre otros".