miércoles, 27 de noviembre de 2019

25N Textos para reflexionar (III)

Una joven víctima de la violencia machista: «Llegué a creer que merecía ser agredida»

A sus 18 años recién cumplidos, Amanda es una de las jóvenes que engrosa la lista de adolescentes que han sufrido violencia de género por parte de su expareja. Con tan sólo 14 años inicia una relación en la que la inocencia de su temprana edad y los cinco años de ventaja de su agresor le impiden apreciar las primeras evidencias de lo que pronto se convertiría en un «verdadero infierno». A los pocos meses de comenzar su relación, Amanda perdió el contacto con sus amigas, dejó a un lado sus aficiones y comenzó a vestir bajo las directrices de su pareja para así evitar su enfado. «Constantemente intentaba evitar que cualquiera de mis comentarios o actuaciones le enfadase, era un desgaste emocional continuo».

Del mismo modo, el teléfono móvil y las redes sociales de Amanda estaban constantemente controladas por su agresor que vigilaba las llamadas y los contactos de la joven. «Una noche estuvo controlando en cada momento si me conectaba o no para hablar con alguien», explica. Una actitud violenta que comienza a ser cada vez más frecuente y que lleva a Amanda a aislarse por completo de todo su entorno «no me dejaba hablar con mi madre porque, según él, ella sólo quería separarnos», detalla.

Sin embargo, no fue hasta los 17 años cuando una agresión en plena calle le llevó a reaccionar. «Comenzó a gritarme y a agredirme, recuerdo que ese día él había consumido drogas y alguien que lo presenció llamó a la Policía y le detuvieron», relata. En ese momento y tras pasar varios días sin tener contacto con él, Amanda empezó a sentir que estaba siendo víctima de malos tratos. La influencia de su madre, también víctima de la violencia machista, fue decisiva para que Amanda terminara con la relación: «Mi madre me abrió los ojos, continuamente me dejaba folletos e información de chicas que recibían malos tratos de su pareja y yo me sentía completamente identificada con ellas».

Tras poner fin a su relación, la joven comenzó a ser acosada por su agresor y el entorno de éste, teniendo que cambiar el número de teléfono de su casa e incluso considerar la posibilidad de mudarse a otra ciudad. «Se te pasa por la cabeza marcharte a otro país, empezar de nuevo y así no tener que salir a la calle con miedo a que esté esperándome», confiesa.

Una semana después, Amanda acude a la Asociación Mujeres Supervivientes de Violencias de Género animada por su madre, y es en ese momento cuando la vida de la adolescente cambia por completo. «El equipo de psicólogas y el apoyo del resto de mujeres me hicieron recuperar mi autoestima y darme cuenta de que no merecía lo que me había ocurrido, algo que hasta el momento, era incapaz de asimilar». Ahora, un año después, Amanda tiene una nueva vida y ha retomado sus estudios a la vez que forma parte del equipo de voluntariado del centro, ayudando en actividades sociales —acudiendo a comedores benéficos—, participando en talleres de fotografía y sirviendo de ejemplo para muchas chicas que acuden en su misma situación a la asociación. «Ahora soy yo la que decide lo que quiero o no hacer y he vuelto a disfrutar siendo yo misma.»

(Fuente: diario ABC de Sevilla, 23 de agosto de 2015)

martes, 26 de noviembre de 2019

25N Textos para reflexionar (II)

Ana Orantes, la víctima que evitó muchos asesinatos machistas

Cuando Ana Orantes fue asesinada, en 1997, no existían órdenes de protección para las víctimas. La conmoción que provocó su muerte hizo imparables los cambios legislativos.

La calle mide 50 metros, sólo tiene cinco números y está ubicada en el centro histórico de Sevilla, 400 metros al noreste del Palacio de Dueñas. Se llamaba calle Potro hasta que el 16 de marzo pasado fue renombrada como calle Ana Orantes. En el único bar que hay en su recorrido explican que es frecuente que los turistas se detengan bajo el rótulo y tomen fotografías. La mayoría son extranjeros que ignoran quién es Ana Orantes pero a los que les llama mucho la atención la placa en la que se le rinde homenaje. En ella está impresa una fotografía con la sonrisa que lució al despedirse en el programa de Canal Sur en el que contó 40 años de maltrato 13 días antes de ser asesinada por su ex marido.

A la imagen le acompaña una leyenda que apunta la extraordinaria repercusión de su muerte, que supuso un punto de inflexión en la lucha contra la violencia de género, hizo que la sociedad se viera interpelada al respecto y aceleró un cambio legislativo que culminaría con la aprobación de la Ley contra la violencia de género en 2004, siete años después de su asesinato. «Ana Orantes (Granada 1937- Cúllar Vega 1997). Puso palabras a la violencia machista que sufren muchas mujeres y la convirtió en un problema público y social al contar su historia en Canal Sur Televisión. Ana fue asesinada por su marido. Su figura ha de ser memoria y ejemplo de presente y futuro. El Ayuntamiento de Sevilla la honra dedicándole esta calle. Sevilla marzo de 2019», se lee en la placa.

Cuando Ana Orantes recibió la primera paliza, tres meses después de casarse con José Parejo, en 1956, el Código Civil decía cosas como estas: «El marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido», «está prohibido el matrimonio (...) a la viuda durante los trescientos un días siguientes a la muerte del marido», «la mujer está obligada a seguir al marido donde quiera que fije su residencia...» [...]

En 1996, 15 años después de la aprobación del divorcio, Ana Orantes se atrevió a solicitarlo por primera vez, pero el juez se lo denegó conmovido por el marido. Un hombre que llora así debe de querer mucho a su mujer, vino a decir. Ana consiguió la ruptura legal al segundo intento, pero no así la separación física, puesto que ambos siguieron viviendo juntos en el número 1 de la calle Serval en Cúllar Vega (Granada). Ella en la planta de arriba y él, en la de abajo. «Era como una cárcel», dice su hija Rosario, de 51 años. «Tenía que salir acompañada por mi hermano o por sus consuegros, que vivían enfrente, tenía que andar con mil ojos. Yo la llamaba dos o tres veces todos los días: "¿Cómo está la cosa, mamá?", "¿se ha metido hoy contigo?". "No, mira, hace dos o tres días que no veo el coche". Eso me dijo la última vez que la llamé». […]

Sólo tres días después del asesinato de Ana Orantes el Gobierno anunció una revisión del Código Penal y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, reformas que se llevaron a cabo en 1999. Se introdujo la violencia psíquica como delito, las órdenes de alejamiento como pena accesoria y la persecución de oficio de los malos tratos. Se eliminó también aquella mención a la «desobediencia» de la mujer hacia el hombre. En 2003 se amplió el catálogo de medidas regulando las órdenes de protección. Finalmente el 28 de diciembre de 2004 el Congreso aprobó la primera Ley Integral contra la Violencia de Género de Europa.


José Parejo -condenado a 17 años- falleció un mes antes del estreno de la ley. Ninguno de sus ocho hijos acudió al funeral. «No nos dio pena ni nada», dice Rosario. «Hubiera ido de rojo a bailar encima de su caja de alegría». Rosario se apellida Orantes porque logró que legalmente le quitaran el Parejo. Se lo amputaron ella y otros tres hermanos. El resto no lo hizo, cuenta, por el papeleo. «Y si pudiera quitarme su sangre, me la quitaba también».
(Fuente: diario El Mundo - 4 de agosto 2019)

lunes, 25 de noviembre de 2019

25N Textos para reflexionar (I)

“Soy una superviviente de la violencia machista”

Rosalía Vicente tiene hoy 65 años pero es como si hubiera vuelto a nacer hace seis. El día que salió de su casa prácticamente en pijama para dejar atrás al hombre que la había maltratado física y psicológicamente durante tres décadas y con el que compartía dos hijos. Es difícil pensar en la española Vicente, una mujer vivaracha y muy habladora, como la mujer triste y apagada en la que cuenta que su agresor la había convertido. “La vida en mi casa era tremenda. Tenías que callarte, él tenía mucha manía con los cuchillos o con tirar las cosas por los aires. Me rompió muchas cosas bonitas, todo lo que me gustaba. Me controlaba el dinero...”, relata cruzando las manos, sentada en el sillón de su casa del sur de Madrid.

Un día, después de uno de los episodios particularmente violento en el que la Policía se llevó detenido a su esposo, al que continuamente se había negado a denunciar, dio el paso. “Yo le excusaba, pensé que quizá ese iba a ser el momento en que recapacitase. Pero mi hijo casi no me dio opción. Y tenía razón, era él o nosotros”, cuenta.

Estuvo meses viviendo en una casa de acogida, pero su agresor fue finalmente condenado. Y ella volvió a recuperar la sonrisa. Volvió a trabajar. A salir. A disfrutar. “Ahora dirijo mi vida. No me la dirige nadie”, cuenta encantada.

Lo que le ocurrió a Vicente, que ahora forma parte de la Fundación Ana Bella de mujeres supervivientes de la violencia de género, las agresiones sufridas por parte del compañero sentimental, son la forma más frecuente de violencia contra la mujer, según la OMS. Una cárcel que sufren 1.200 millones de mujeres en el mundo.

Y sus historias son similares. No importa el origen o la clase social. “Ricos o pobres, estudiados o no... La violencia de género nos puede afectar a todas”, remarca Azucena Vizcaíno, una maestra ecuatoriana de 44 años. El que fue su pareja, el hombre que la maltrató durante años, era ingeniero. “El me hizo pasar un infierno; también a mi hija mayor, que ahora tiene 19 años. Yo vivía en un abismo y llegué a pensar en quitarme de en medio. Incluso llegué a plantearme que mi hijo pequeño, que hoy tiene nueve años, estaría mejor en otro entorno...”, cuenta. Y recuerda como, cada día, en el tiempo que tenía entre trabajo y trabajo, iba a una cafetería “a llorar” con tal de no tener que volver a casa y encontrarse con su verdugo. “Hasta que un día decidí que esto tenía que terminar. Que me estaba hundiendo yo sola”, recuerda. Y denunció a su maltratador. Hoy es una mujer nueva. "Yo soy una una superviviente, no una víctima", dice. Y pensar en ello ha sido un paso que considera fundamental para recuperar la autoestima.

A Azucena le brillan los ojos y le sale una luminosa sonrisa cuando cuenta que ha rehecho su vida, que ha conocido a otro hombre. Alguien que la respeta como mujer. “No hay que tener miedo. Se puede salir de la situación de violencia”, anima.

(Fuente: diario El País 25 - noviembre - 2016)

25N El reto de eliminar la violencia de género


Transcurrido un año más, de nuevo afrontamos el 25 de noviembre con la tarea pendiente: la violencia de género se cobrará la vida este 2019 de más de medio centenar de mujeres en España. La lacra continúa, y no parece que las campañas, las condenas ni los pactos políticos le pongan solución.


El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. En estos veinte años, la sociedad de los países más desarrollados ha tomado conciencia del problema, pero estamos lejos de erradicarlo.


El lema de este año 2019 es Pinta el mundo de naranja. Generación Igualdad condena la violación. Nos recuerda que la violencia sexual es una de las formas de violencia más injustas e intolerables que existen, siendo la mujer la víctima en la inmensa mayoría de los casos.




No olvides que en la lucha contra la violencia de género en todas sus formas participamos todos y todas.

Si eres CHICA, recuerda que:

- Un hombre que maltrata a su pareja NO LA QUIERE.
- La única solución ante un maltratador es el ALEJAMIENTO y la DENUNCIA (teléfono 016).
- Hay numerosas organizaciones e instituciones cuyo fin es ayudar a la mujer maltratada.
- La ley y la sociedad amparan a la mujer maltratada y castigan al maltratador.

Si eres CHICO, piensa que:

- El amor es un sentimiento positivo, pero los celos arruinan nuestras relaciones con los demás.
- Un maltratador no es más hombre por pegarle a su pareja o amenazarla; al contrario, es un cobarde y un miserable.
- La sociedad rechaza a los maltratadores y la ley los castiga con duras penas de cárcel.






domingo, 24 de noviembre de 2019

Poema de la Semana (IX)

La propuesta de esta semana nos llega de la mano de Antonio Roldán, profesor de inglés del IES Alhaken II, gran conocedor de la cultura anglosajona, además de buen deportista y amante de la naturaleza. Él nos ha sugerido un poema del famoso escritor estadounidense Edgar Allan Poe (1809 - 1849), conocido sobre todo por sus impactantes cuentos de terror.


No obstante, Poe, encuadrado en el movimiento literario del romanticismo, fue un destacado poeta y ejerció además el periodismo y la crítica literaria, llevando a cabo rigurosos estudios teóricos de los distintos géneros literarios. Su vida atormentada le condujo al alcoholismo, lo que precipitó su muerte a la temprana edad de 40 años.


Precisamente poco antes de su muerte se publicó este enigmático poema titulado «A dream within a dream», del que os mostramos la versión original y su traducción.


A DREAM WITHIN A DREAM

Take this kiss upon the brow!
And, in parting from you now,
Thus much let me avow —
You are not wrong, who deem
That my days have been a dream;
Yet if hope has flown away
In a night, or in a day,
In a vision, or in none,
Is it therefore the less gone?
All that we see or seem
Is but a dream within a dream.

I stand amid the roar
Of a surf-tormented shore,
And I hold within my hand
Grains of the golden sand —
How few! yet how they creep
Through my fingers to the deep,
While I weep — while I weep!
O God! Can I not grasp
Them with a tighter clasp?
O God! can I not save
One from the pitiless wave?

Is all that we see or seem
But a dream within a dream?


UN SUEÑO DENTRO DE UN SUEÑO

¡Toma este beso en tu frente!
Y, ahora despidiéndome de ti,
Así mucho tengo que confesar—
No está equivocado, quien estima
Que mis días han sido un sueño;
Aún si la esperanza se ha volado
En una noche, o en un día,
En una visión, o en ninguna,
¿Es por eso menor la ida?
Todo lo que vemos o parecemos
Es solo un sueño dentro de un sueño.

Me paro entre el rugido
De una orilla atormentada por las olas,
Y tengo dentro de mi mano
Granos de la dorada arena—
¡Cuán pocos! aun como se arrastran
A través de mis dedos a lo profundo,
Mientras lloro-¡mientras lloro!
¡Oh Dios! ¿no puedo asirlos
Con más fuerza?
¡Oh Dios! ¿no puedo salvar
Uno de la despiadada ola?

¿Es todo lo que vemos o parecemos
Solo un sueño dentro de un sueño?



domingo, 17 de noviembre de 2019

Poema de la Semana (VIII)

Esta semana os traemos un bello poema del reciente Premio Cervantes 2019. Se trata del poeta leridano Joan Margarit i Consarnau (1938), arquitecto de profesión y poeta desde siempre, primero en castellano y posteriormente en catalán. Su larga trayectoria poética - que arranca en 1963, con la publicación de su primer libro "Cantos para la coral de un hombre solo" - ha sido merecedora de otros prestigiosos premios, como el Premio Rosalía de Castro (2008), el Premio Nacional de Poesía (2008), el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2017) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2019).


Para la concesión del galardón, el jurado ha  valorado “la honda trascendencia y lúcido lenguaje siempre innovador” con que el premiado “ha enriquecido tanto la lengua castellana como la catalana”.  

NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.



domingo, 10 de noviembre de 2019

Poema de la Semana (VII)

Esta semana os presentamos un poema muy especial. Su autora es nuestra querida compañera y amiga Ana Carmen Roldán, profesora de inglés del I.E.S. Alhaken II.

Inquieta como nadie, su curiosidad e interés por el conocimiento no tienen límites; le apasionan la historia, la arqueología, el cine, el arte, la naturaleza y por supuesto, los idiomas. Amante de la aventura y los retos personales, cultiva además la poesía desde hace tiempo. Aquí tenéis una muestra...


LIBRO DE RECLAMACIONES

El tiempo,  sentir la zozobra de lo irrespirable.
Una  inspiración que nunca  se acaba.
El oído se agranda como sombra que todo lo inunda.
El espacio, un sonido en medio del silencio abrasador.
El engaño, se adivina en plena calle y en todas las esquinas
Un laberinto, que simulando, no respeta decisiones.
La luz es un disfraz del viento.
Los espejismos son la única certeza.
La verdad  se huele, se desata, se desaconseja.
El premio se obstina en ser visible.
La calma, una versión del movimiento.
El hacer, una hazaña contracorriente.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Poema de la Semana (VI)

Esta semana que comienza el mes de noviembre nos sugiere, por la festividad de Todos los Santos y la cada vez más popular noche de Halloween, el tema de la muerte como protagonista de numerosos poemas. Como muestra, hemos elegido esta rima del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), ilustre representante del Romanticismo.



En ella, el poeta reflexiona sobre el momento de su propia muerte y la posibilidad de que afronte ese tránsito en soledad y se pierda la memoria de su existencia. Sin duda es un poema intenso y evocador, muy del gusto romántico, con el sello personal de Bécquer.

RIMA LXI

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano
tienda, próximo a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral)
una oración, al oírla,
¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa,
¿quién vendrá a llorar?

¿Quién en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo
quién se acordará?