Su familia se dedicaba al ganado caprino y él tuvo que abandonar muy pronto la escuela para ponerse a trabajar de pastor. Fue entonces cuando se aficionó a la lectura, especialmente a los autores del Siglo de Oro.
En la década de los años 30
empezó a publicar en diferentes revistas y a participar en diversas tertulias
literarias. En una de ellas, conoció a Ramón Sijé al que le dedicó su famosa
elegía.
Juan Ramón Jiménez le bautizó como “el sorprendente muchacho de Orihuela”, tras aparecer unos versos suyos en la ‘Revista de Occidente’, donde publicaron autores de las cuatro grandes generaciones literarias en España (98,14,27 y 36) y en la que colaboró con asiduidad. Así conoció a la pintora Maruja Mallo, quién supuestamente le inspiró parte de los sonetos de El rayo que no cesa.
En la cárcel
escribió también relatos infantiles dedicados a su hijo Manuel Miguel, fueron
sus últimos escritos.
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